Batracios baratos

En poco tiempo se conquistó la plaza. El comandante, que aún se defendía porque no esperaba encontrar perdón, retrocedía con fuerzas cada vez más débiles hacia el portal de la casa, cuando he aquí que el oficial ruso, con rostro acalorado, hizo su aparición y le conminó a rendirse. El comandante contestó que había esperado ese requerimiento para hacerlo, le entregó su espada y le pidió permiso para entrar en el palacaio y ver a su familia. El oficial ruso, que, ajuzgar por el papel que desempeñaba, era uno de los que habían dirigido el ataque, le concedió esta libertada, aunque acompñado por una guardia; y luego, con gran apresuramiento, se puso a la cabeza del destacamento, decidió la pelea donde todavía parecía indecisa y dominó rápidamente los más importantes puntos de la fortaleza.

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